Carta a un futuro cazador
Hola, joven amigo. Tú aún no lo sabes, pero estás a punto de descubrir un mundo fascinante. Pero ¿qué vas a saber? Si acabas de abrir tus ojos a la vida y aún no has tenido tiempo de probarla. Conozco tu mirada, la he visto cientos de veces, la he visto en cientos de rostros y sé que aún permanece ajena a esa pasión que ahora se refleja en los ojos de tu padre.
Tus pupilas van de un lado a otro torpemente y buscan con curiosidad ese bicho que reposa sobre el suelo de la cocina. Quieres tocarlo. Te resulta curioso su colorido, te recreas con la suavidad de su plumaje y juegas a extenderle unas alas que, testarudamente, se pliegan sobre su cuerpo una y otra vez.
Tú aún no lo sabes, pero llegará un día en el que tus ojos brillarán de felicidad cuando tengas que salir ahí fuera a buscar uno igual. Puede que nunca nos conozcamos, ni que tan si quiera nos crucemos por la calle, pero sé que al caer la noche soñarás con la carrera de un jabalí o con el vuelo de una perdiz y que, durante largas noches de desvelo, imaginarás mil lances imposibles mientras ahogas el sonido sordo de un disparo en la almohada de tu cama. Y le darás la brasa a tu padre para que te lleve con él, le perjurarás que que eres capaz de aguantar la caminata sin cansarte, que las aprobarás todas y que te comerás el plato de lentejas sin rechistar.
Tú aún no lo sabes, pero llegará un día en el que descubras que lo deBambi, El rey león y Nemo no era más que un cuento. Y tú ya serás demasiado grande como para que te vengan con películas. Con un poco de suerte, si el sistema educativo no lo ha impedido, tendrás desarrollado tu sentido crítico y empezarás a pensar por ti mismo. Y aprenderás que la vida te tiene reservada una buena ración de palos, aunque a Walt Disney se le hubiese olvidado contártelo. Entonces te convertirás en un cazador de pleno derecho y tu padre, o tal vez tu abuelo, te regalará su vieja escopeta para que falles, más que aciertes, tus primeras piezas. Pero no te confundas. A pesar de que pueda tener un cierto aspecto cochambroso y a ti te parezca que deja los tiros cortos, aunque sueñes con comprar una repetidora último modelo, jamás encontrarás otra arma a la que quieras tanto. Así que cuídala muchacho y, por muy mal que vengan dadas, nunca te deshagas de ella.
Tú aún no lo sabes, pero llegará un día en el que las largas noches de desvelo se te queden cortas y sueñes con realizar otro tipo de lances y con ahogar otros suspiros diferentes en la almohada de otra cama que no es la tuya. Pero también sé que a las cuatro de la madrugada mirarás tu reloj y regresarás a casa apresuradamente mientras maldices esta afición tuya que puede con todo. Porque mañana sí que sí. Mañana será el día. Pero luego resultará que no, y por si fuera poco te tocará llevar la mano alta antes de dar el gancho, que para eso eres el joven y tienes piernas de acero.
Querido amigo, tú aún no lo sabes, pero dentro de mucho tiempo, cuando el fuego de la juventud comience a apagarse, empezarás a apreciar mucho más el valor de las cosas. Con un poco de suerte mirarás a tu lado y verás a tu padre frenando la carrera de un conejo que se te ha escapado, y reconocerás que mira que es bueno el condenado. Entonces recapacitarás y pensarás en todo lo que tienes que agradecerle y, una vez más, creerás que eres un cobarde por no atreverte a decirle lo mucho que lo quieres a la cara. Pero te sentirás orgulloso por saber que, a pesar de los años, sigues quemando tiempo y pólvora junto a él. Querido amigo, tú no me conoces, pero yo sé que en ese momento recargarás una vieja escopeta cochambrosa y, con otro poco de suerte, verás a un niño eufórico y agotado sacar fuerzas de flaqueza para correr al lado de su abuelo. Y entonces comprenderás lo que ahora tu joven cabecita es incapaz de entender. Y descubrirás que aunque tú pensabas que ya lo sabías todo, la afición que ahora observas con curiosidad no dejará de darte satisfacciones hasta el final de tus días. Así que no seas estúpido, muchacho. Aprovéchala.
Editorial publicado en el número 104 de Jara y Sedal
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